La innovación se ha convertido en el santo grial del crecimiento económico y empresarial. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los equipos que lideran los procesos de innovación están compuestos mayoritariamente por ingenieros, tecnólogos y expertos en negocios. Y aunque su rol es fundamental, hay un vacío evidente: la falta de profesionales de las ciencias sociales que aporten una visión más holística y centrada en las personas.
Innovar no es solo crear productos con tecnología avanzada; se trata de generar soluciones que realmente resuelvan problemas humanos. Y aquí es donde las ciencias sociales juegan un papel crucial. Sociólogos, antropólogos, psicólogos y comunicadores son esenciales para entender el contexto cultural, social y emocional en el que operan las innovaciones.
Grandes avances han fracasado no por su falta de sofisticación técnica, sino por no comprender las dinámicas humanas. Pensemos en Google Glass: un dispositivo con un diseño avanzado que no logró masificarse porque no tomó en cuenta factores de privacidad y percepción social. Según un estudio de la Universidad de Stanford, el 72% de los consumidores encuestados consideraban que el dispositivo invadía su privacidad, lo que contribuyó a su fracaso en el mercado.
El diseño de productos y servicios exitosos depende de la capacidad de conectar con las necesidades y aspiraciones de las personas. Los ingenieros pueden construir la mejor plataforma digital, pero si no se comprende el comportamiento del usuario y su relación con la tecnología, la solución se convierte en un elefante blanco.
Aquí es donde las ciencias sociales aportan valor. Los antropólogos pueden identificar patrones de comportamiento, los psicólogos pueden analizar cómo las personas adoptan nuevas tecnologías y los comunicadores pueden traducir ideas complejas en mensajes claros y persuasivos. Sin este enfoque, la innovación corre el riesgo de ser una serie de soluciones buscando problemas. Un informe del Instituto de Innovación Tecnológica de MIT indica que los proyectos que incluyen expertos en ciencias sociales en sus equipos tienen un 30% más de probabilidades de lograr una adopción exitosa en el mercado.
Algunas compañías han entendido esta necesidad y han incorporado este enfoque multidisciplinario con éxito. IDEO, la reconocida firma de diseño e innovación, basa su metodología en la observación del comportamiento humano para crear productos y servicios que realmente se adapten a las necesidades de las personas. En Apple, el diseño de experiencia de usuario es tan importante como el desarrollo de hardware, y para ello combinan equipos de ingenieros con expertos en comportamiento humano.
Para que la innovación tenga un impacto real, es fundamental repensar la composición de los equipos de trabajo. No se trata de reemplazar a los ingenieros, sino de equilibrar la ecuación. La tecnología es un medio, no un fin en sí mismo, y su verdadero valor se mide en cómo mejora la vida de las personas.
Hay una oportunidad para las universidades en las carreras humanistas para empezar a entrenar a sus alumnos en negocios y procesos de innovación, cosa que hoy no ocurre. El mercado tiene una oportunidad única de transformar sus equipos de innovación, sobre todo con todos los casos de negocios que hay en el mundo. Podrían ir a reclutar talento a universidades y carreras donde antes no buscaban.
El futuro de la innovación no está solo en los laboratorios de inteligencia artificial o en los algoritmos más avanzados, sino en la intersección entre la tecnología y la humanidad. Si queremos crear soluciones reales, no es que necesitemos menos código, es que necesitamos nivelar la balanza. Código = comprensión humana. Van de la mano.